Gaspar de Guzmán y Pimentel Ribera y Velasco de Tobar nació en Roma en 1587, nieto del I conde de Olivares –rama menor de la Casa de Medina Sidonia– y bisnieto del II duque de Medina Sidonia (heredero de Guzmán el Bueno, el del hijo asesinado en la defensa de Tarifa para Sancho IV de Castilla, “el Bravo”). Su padre era el embajador de España en Roma, virrey de Nápoles y Sicilia, y el pequeño Gaspar vivió en Italia hasta los 12 años.   Siendo el menor de tres hermanos, se le destinó a la carrera eclesiástica y fue enviado a Salamanca para estudiar derecho canónico. Murieron sus dos hermanos mayores, teniendo entonces que abandonar sus estudios de teología en 1604, y acudir junto a su padre que había sido nombrado miembro del Consejo de Estado por el duque de Lerma –valido de Felipe III– y estar ya destinado a heredar el mayorazgo de los Olivares, por ser el hijo mayor.

En 1607 muere su padre y hereda el mayorazgo, y ya muy ambicioso, se concentra en cortejar a su prima Inés de Zúñiga y Velasco –hija de su tío Baltasar–, dama importante de la reina Margarita de Austria mujer de Felipe III y más tarde dama principal de Isabel de Borbón, mujer de Felipe IV y tutora del infante Baltasar Carlos, para conseguir por esa vía la Grandeza de España que anhelaba con pasión. No consiguió ese objetivo y se retiró con su mujer a Sevilla para administrar su patrimonio.

En 1615 fue nombrado por Lerma –Francisco de Sandoval– gentilhombre de cámara del infante Felipe –futuro Felipe IV–, involucrándose en las luchas de poder entre el duque de Lerma y su hijo el duque de Uceda, tomando partido por este último. En 1618 fue desterrado Lerma y desde la posición de poder obtenida, y apoyándose en su tío Baltasar de Zúñiga, que estaba en la corte desde 1617, llamado por Uceda, consigue que el infante vaya confiando cada vez más en su tío y en él. Así, cuando en 1621 sube al trono Felipe IV, nombra valido a Baltasar de Zúñiga sustituyendo al duque de Uceda. Ese año el conde de Olivares recibe del rey la Grandeza de España con la secular fórmula de “conde de Olivares, cubríos”.

A la muerte de su tío Baltasar en 1622, fue nombrado valido 1 del rey Felipe IV. Estaría en esta posición hasta 1643, viviendo unos años políticamente muy difíciles: la guerra de los 30 años entre los partidarios de la Reforma y Contrarreforma religiosas, y al fin entre todos los países europeos, el Imperio Español deshaciéndose como un azucarillo por falta de recursos económicos fundamentalmente, en 1640 el Corpus de Sangre –entre segadores y soldados castellanos– y el intento de  secesión catalana –ya apuntaban– que  no sería sofocada hasta 1652, la insurrección de Portugal y su independencia de España en 1640, la conspiración independentista de Andalucía en 1641 y su forma de ser absolutista, que le creó innumerables enemigos, terminaron con su crédito político en 1643, siendo desterrado por el Rey. Inicialmente se retiró a su señorío de Loeches, donde estaban prácticamente acabados el pequeño palacio y el monasterio de las dominicas.